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Claudia Sheinbaum condena la xenofobia y el clasismo tras protestas contra la gentrificación en CDMX

En un posicionamiento clave sobre el debate urbano y social que vive la capital mexicana, la presidenta Claudia Sheinbaum condenó este lunes las expresiones de xenofobia, racismo y clasismo registradas durante una reciente movilización ciudadana contra la gentrificación en la Ciudad de México. La mandataria fue enfática: “Todas y todos los seres humanos somos iguales, vengan de donde vengan”, declaró en su conferencia matutina conocida como la Mañanera del Pueblo.

El pronunciamiento surge tras una serie de manifestaciones, algunas de ellas tensas, organizadas por colectivos barriales en zonas como la Roma, Condesa y el Centro Histórico, donde la presencia creciente de extranjeros —especialmente de origen estadounidense— ha detonado preocupaciones legítimas sobre el encarecimiento de la vivienda, el desplazamiento vecinal y la transformación acelerada de la vida comunitaria. Sin embargo, algunos participantes en las protestas utilizaron lenguaje ofensivo y discriminatorio, dirigiéndose a los migrantes y turistas como “invasores” o “privilegiados colonizadores”.

La línea entre la crítica legítima y el discurso de odio

La presidenta Sheinbaum subrayó que la crítica a procesos urbanos como la gentrificación es válida, pero no puede derivar en prácticas de exclusión ni en violencia verbal hacia ningún grupo social. En este contexto, también condenó las agresiones verbales contra elementos de la policía capitalina que intentaban contener tensiones durante las protestas.

“Podemos y debemos debatir sobre la vivienda, sobre la desigualdad, sobre el modelo de ciudad que queremos construir… pero nunca desde el odio ni desde la exclusión”, puntualizó.

La postura presidencial plantea un mensaje relevante en un momento en que la polarización social tiende a manifestarse también en el espacio público y en los discursos urbanos. Las tensiones entre comunidades locales y recién llegados, en particular extranjeros con mayor poder adquisitivo, han generado una narrativa en la que la gentrificación es percibida como una forma de despojo silencioso, pero también han alimentado respuestas que rozan el nacionalismo excluyente y la violencia simbólica.

Gentrificación: un fenómeno estructural, no individual

Expertos urbanistas coinciden en que la gentrificación no es responsabilidad directa de los individuos, sino el resultado de dinámicas estructurales como la desregulación del mercado inmobiliario, políticas públicas de atracción de inversión extranjera y modelos de desarrollo turístico y digital que transforman barrios enteros sin considerar a sus habitantes históricos.

El mensaje de Sheinbaum, en ese sentido, apunta a reencauzar el debate social: de una confrontación entre personas, a una discusión crítica sobre las políticas que permiten el desplazamiento y el incremento de rentas en zonas tradicionalmente accesibles. Como ha señalado la mandataria en otras ocasiones, el reto es garantizar el derecho a la ciudad sin caer en la criminalización de lo foráneo ni en discursos intolerantes.

La oportunidad de un diálogo ciudadano informado

El llamado de la presidenta también representa una oportunidad para abrir un diálogo social más profundo y documentado sobre el tipo de ciudad que se está construyendo. ¿Qué límites deben establecerse al turismo inmobiliario? ¿Cómo equilibrar el dinamismo global con la justicia territorial? ¿Qué papel deben jugar las alcaldías, desarrolladores y plataformas digitales como Airbnb en la transformación del tejido urbano?

Por ahora, la posición del Ejecutivo busca marcar un límite ético en el discurso público: las legítimas demandas sociales no pueden convertirse en excusa para reproducir nuevas formas de exclusión. El derecho a la vivienda digna, al arraigo y a una ciudad justa debe construirse desde la pluralidad y con responsabilidad colectiva.

La Gaceta Yucatán—Redacción.

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