Ícono del sitio lagacetayucatan.com

La Expansión Corrupta de Morena: Cómo el partido en el poder devoró al país estado por estado

La narrativa oficial insiste en que la corrupción dentro de Morena es marginal y ajena a su esencia. Nada más falso. Esta idea, repetida por voces afines al régimen, se basa en una doble mentira: que los casos de corrupción se deben a políticos provenientes de otros partidos y que estos episodios son excepcionales. Sin embargo, la evidencia apunta en sentido contrario: la corrupción está en el núcleo del obradorismo, y su expansión territorial no ha sido acompañada de una ética renovada, sino de una sistemática red de impunidad.

El PRI: ADN del Obradorismo

La historia del partido en el poder está lejos de ser la de un movimiento ciudadano impoluto. Morena, más que una ruptura con el pasado, ha sido su continuación maquillada. Su columna vertebral no proviene de una izquierda ética ni ideológica, sino del PRI: Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez, entre otros, fueron figuras priistas que encabezaron el Frente Democrático Nacional. Incluso Andrés Manuel López Obrador fue priista hasta que su carrera fue bloqueada dentro del tricolor y encontró cobijo en la disidencia.

No se trata de reprochar antecedentes, sino de desmontar la falsa narrativa de pureza. La génesis de Morena está contaminada desde su origen: recicló estructuras, operadores, prácticas, y sobre todo, la lógica clientelar y corrupta del viejo régimen.

El Financiamiento Turbio del Movimiento

Desde sus inicios, el movimiento obradorista aceptó financiamiento opaco. Todo recurso era bienvenido, siempre y cuando fuera en efectivo para evitar rastros. Este pragmatismo, disfrazado de necesidad, sembró el germen de la corrupción sistémica. Aun si el dinero inicialmente se usó para causas políticas, el dinero en efectivo no deja huella, pero sí crea adicción. Esa adicción, hoy, ha derivado en un aparato político-financiero altamente corrupto.

La simulación de austeridad en la figura presidencial contrastó con los montos millonarios que circulaban en torno al movimiento: empresarios, gobiernos aliados y, según reportes internacionales, incluso organizaciones criminales aportaron fondos al obradorismo. No hay pruebas directas contra AMLO, pero sí abundantes evidencias de que personas de su primer círculo canalizaron y utilizaron esos recursos.

Corrupción en el Poder: Nueva Clase Política, Viejas Prácticas

Ya en el poder, la corrupción de Morena no solo no se contuvo, sino que se institucionalizó. El acceso a contratos públicos, la asignación discrecional de recursos y el enriquecimiento acelerado de nuevos funcionarios morenistas son prueba del fracaso ético del régimen. Se creó una nueva clase política ligada al tráfico de influencias, negocios oscuros, “huachicol fiscal”, y relaciones peligrosas con el crimen organizado.

Muchos de estos actores alegan que su riqueza es legítima y ajena al erario. Quizás sí: es producto de comisiones, contratos arreglados, favores empresariales y beneficios paralelos, todo bajo el paraguas de la corrupción permitida desde arriba.

La Farsa de la Depuración y el Avance Territorial de Morena

Hoy, desde dentro del régimen, algunos claman por “depurar” el movimiento. Pero es una operación cosmética. ¿Cómo depurar lo que es parte estructural del sistema? Morena no está infiltrado por corruptos; Morena ha normalizado la corrupción como forma de gobierno. La cooptación de instituciones, como el INE y la Corte, mediante figuras leales (y muchas veces inexpertas), forma parte de esa lógica de control.

Estado por estado, el avance del partido ha sido acompañado por denuncias de desvíos, imposición de candidatos, imposibilidad de rendición de cuentas, compra de votos y utilización facciosa de programas sociales. Morena no está “conquistando” estados: está colonizando territorios con los mismos métodos que decía combatir.

La Impunidad como Política de Estado

Lo más grave no es solo la corrupción, sino su impunidad. Las denuncias no se investigan; los periodistas son acosados; los órganos de control están domesticados. Mientras se señala a opositores por faltas éticas, los escándalos internos se minimizan, se niegan o se normalizan. La ministra Piña es el enemigo, Lenia Batres el ideal. Lorenzo Córdova es acusado de clasismo, mientras Taddei es premiada, incluso cuando su hijo trabaja como secretario del Consejo de Morena.

La doble moral es total. La ética no es principio rector, sino herramienta de propaganda. La lucha contra la corrupción ha sido, desde el inicio, una farsa bien calculada.


El Régimen del Engaño

México no enfrenta una corrupción marginal. Enfrenta un régimen que ha hecho de la corrupción su método y de la impunidad su escudo. La simulación funcionó durante un tiempo, pero la verdad ya es inocultable: el partido en el poder no está reformando al país, lo está pudriendo desde dentro.

La Gaceta Yucatán—Redacción.

Salir de la versión móvil