- Un enfoque psicológico clave puede ayudarte a hacer del ejercicio un hábito placentero y más efectivo
No todos nacen amando el ejercicio, pero la ciencia del deporte y la psicología coinciden en algo fundamental: entrenar la mente es tan importante como entrenar el cuerpo. Si alguna vez has sentido que ir al gimnasio, salir a correr o simplemente hacer una rutina de pesas se siente como una batalla interna, no estás solo. Pero hay una forma de cambiar esa percepción desde la raíz.
De acuerdo con el doctor en neurociencia David Rock, especialista en funcionamiento cerebral y autor colaborador en Psychology Today, hay una estrategia mental efectiva que puede convencer a tu cerebro de que te gusta hacer ejercicio, transformando tu rutina física en una experiencia más disfrutable y sostenible.
El cerebro, la recompensa y la resistencia al esfuerzo
El mayor obstáculo no es físico, sino mental. El cerebro está programado para evitar el esfuerzo, ya que lo percibe como una amenaza porque consume recursos energéticos. Por eso, frente a la disyuntiva entre entrenar o quedarse viendo una serie, muchas veces gana el sillón.
Sin embargo, Rock señala que el truco está en vincular el ejercicio con una recompensa inmediata, no con metas a largo plazo como “vivir más” o “tener buena salud”, que aunque importantes, no motivan lo suficiente en el momento.
“Mi estrategia personal es conectar el ejercicio con mi trabajo creativo. Cada vez que me siento bloqueado, correr o nadar me desbloquea. Entonces, para mí, hacer ejercicio es una herramienta profesional. Me da una recompensa mental clara”, explica Rock.
Cómo aplicar el truco mental
El truco no es obligarte a hacer ejercicio, sino asociarlo con algo que ya te produce placer o que es valioso para ti:
- Escuchar tu podcast favorito solo mientras haces ejercicio.
- Usar tu entrenamiento como excusa para socializar (clases grupales, caminatas con amigos).
- Pensar en el ejercicio como un medio para dormir mejor esa noche.
- Relacionarlo con un impulso creativo o como vía de liberación emocional.
Esto convierte la sesión de entrenamiento en una actividad deseada, no temida. Así, tu cerebro deja de ver el esfuerzo como una amenaza y comienza a vincularlo con una sensación positiva o útil.
Cuidado con forzar el cuerpo: el cerebro lo recuerda
Rock también advierte que lanzarte a entrenar sin preparación puede tener el efecto contrario. Saltarte el calentamiento, ignorar tu nivel de condición física o sobreexigirte en etapas tempranas puede generar dolor y frustración, reforzando la idea de que el ejercicio es una mala experiencia.
Un mal entrenamiento, como intentar correr una distancia extrema sin preparación, puede enviar señales de alerta al cerebro que dificulten que quieras repetirlo. Por eso, la progresión, la técnica y la autocompasión también son claves en este proceso de reprogramación mental.
El ejercicio como hábito mental
Atletas de élite, entrenadores y psicólogos coinciden: la consistencia nace de una mente bien entrenada. Vincular el ejercicio con lo que amas es una herramienta poderosa para mejorar el rendimiento, reducir la resistencia interna y disfrutar realmente de moverse.
Cambiar la narrativa es el primer paso para formar un hábito duradero. Tu cuerpo puede adaptarse, pero primero necesita que tu mente se convenza de que vale la pena.
La Gaceta Yucatán—Redacción.
