- La presidenta Claudia Sheinbaum y el secretario de Estado Marco Rubio encabezan su primera cumbre con la seguridad como eje. El crimen organizado, el fentanilo y la soberanía nacional tensan el diálogo.
La relación entre México y Estados Unidos entra en una nueva etapa este miércoles con la reunión bilateral entre la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum Pardo y el secretario de Estado estadounidense Marco Rubio, en la que el crimen organizado se posiciona como el tema central.
Celebrada en Palacio Nacional, la cumbre marca el primer encuentro formal entre ambas figuras desde el inicio del nuevo gobierno mexicano. En medio de presiones crecientes desde Washington por una estrategia más agresiva contra el narcotráfico —particularmente por la crisis del fentanilo—, la administración de Sheinbaum ha reiterado que la seguridad nacional “no es negociable”.
“México está dispuesto a cooperar, pero no aceptaremos condiciones ni subordinaciones. La seguridad es y seguirá siendo responsabilidad del Estado mexicano”, afirmó la mandataria en una declaración previa al encuentro.
Por su parte, Marco Rubio —quien asumió la Secretaría de Estado en enero— llegó con un mensaje claro: “México debe actuar con decisión contra los cárteles”, a los que ha descrito como “organizaciones terroristas transnacionales” con capacidad de desestabilizar no solo a su país, sino a la región entera.
Crimen organizado: una amenaza compartida
La creciente sofisticación y alcance del crimen organizado en México ha elevado las alertas en ambos lados de la frontera. Según el Departamento de Estado, al menos tres cárteles mexicanos —Sinaloa, CJNG y sus escisiones— tienen operaciones en más de 20 países. La expansión de estas redes incluye narcotráfico, trata de personas, minería ilegal, extorsión y control territorial.
Se estima que el crimen organizado genera ingresos por más de 60 mil millones de dólares anuales, equivalentes al 4 % del PIB mexicano. Informes recientes revelan que los cárteles han comenzado a sintetizar fentanilo de forma independiente, sin insumos asiáticos, lo que ha intensificado la presión de Washington ante una epidemia de sobredosis que cobra más de 100 mil vidas al año en EE.UU.
La postura estadounidense ha incluido propuestas legislativas para declarar a los cárteles como entidades terroristas, lo que abriría la puerta a operaciones unilaterales extraterritoriales. Esta posibilidad ha sido tajantemente rechazada por el gobierno mexicano.
“México no será patio trasero ni campo de entrenamiento para nadie”, afirmó Sheinbaum.
Hacia un nuevo acuerdo de seguridad
La reunión busca delinear las bases de un nuevo esquema de cooperación en seguridad que sustituya al cuestionado Entendimiento Bicentenario, firmado en 2021 bajo las administraciones de López Obrador y Joe Biden, y duramente criticado por su escasa efectividad.
Desde Washington, el equipo de Rubio ha señalado que se planteará un mayor acceso para agencias como la DEA y el FBI en territorio mexicano, así como mecanismos de verificación mutua para operativos conjuntos, control de armas y extradiciones. No obstante, la Cancillería mexicana, encabezada por Juan Ramón de la Fuente, ha sido clara: sin agentes armados y sin injerencia directa.
Migración, comercio y tensiones geopolíticas
Aunque la seguridad domina la agenda, la cumbre también incluye otros temas estratégicos: migración irregular, comercio bajo el T-MEC y la creciente influencia de China en América Latina. Washington ha manifestado su preocupación por la participación de empresas tecnológicas chinas en sectores críticos, como infraestructura digital y energía, y buscará discutir el tema con la delegación mexicana.
Rubio también abordará la relación de México con gobiernos como Venezuela, Cuba y Nicaragua, así como el uso de plataformas digitales chinas para actividades de desinformación. México ha indicado que escuchará todos los planteamientos, pero siempre desde una postura de “defensa de la soberanía y los intereses nacionales”.
Expectativas y desafíos
Al cierre de la reunión se espera un comunicado conjunto y una conferencia de prensa desde la Secretaría de Relaciones Exteriores. Aunque no se anticipan acuerdos vinculantes, este primer encuentro establecerá el tono de la nueva relación bilateral, especialmente en uno de sus frentes más sensibles: el combate al crimen organizado.
Mientras tanto, la sociedad mexicana observa con escepticismo. El poder de los cárteles sigue intacto en vastas regiones del país, donde imponen reglas, cobran extorsiones y operan con capacidad militar. La gran pregunta sigue en el aire: ¿podrán México y Estados Unidos construir una alianza efectiva sin romper los frágiles equilibrios de soberanía, seguridad y gobernabilidad?
La Gaceta Yucatán—Redacción.