A medida que la inteligencia artificial avanza sin freno, su consumo invisible de recursos como el agua plantea serias preocupaciones ambientales. Expertos advierten sobre el impacto de los centros de datos en un planeta que ya enfrenta una crisis hídrica sin precedentes.
La inteligencia artificial (IA) está transformando industrias, gobiernos y la vida cotidiana, pero lo que muchos no ven es el costo oculto de esta revolución tecnológica: el agua. Detrás de cada búsqueda generada por IA, cada imagen creada por algoritmos, o cada modelo entrenado, hay un enorme consumo de agua que alimenta a los centros de datos que hacen posible esta tecnología.
Cada algoritmo tiene una huella hídrica
Investigaciones recientes revelan que cada instrucción ejecutada por un sistema de IA puede requerir hasta 16 onzas de agua. Cuando se considera la escala global del uso de IA —que, según IBM, ya ha sido adoptada o probada por el 82% de las grandes empresas—, el impacto hídrico resulta alarmante.
El informe ambiental más reciente de Microsoft muestra que su consumo de agua creció un 34% entre 2021 y 2022, alcanzando casi 1,700 millones de galones. Por su parte, Google reportó un aumento del 22%, con un total de 5,560 millones de galones, una cantidad suficiente para llenar 800 veces la piscina reflectante del Monumento a Lincoln en Washington D.C.
¿Por qué los centros de datos necesitan tanta agua?
Estos enormes volúmenes no son caprichosos: los centros de datos requieren grandes cantidades de agua para enfriar los servidores que procesan los datos. Como motores que nunca se apagan, los sistemas generan calor extremo, y sin enfriamiento constante, podrían colapsar, dañar datos o fallar. Además, el agua también se usa en sistemas de humidificación y mantenimiento ambiental dentro de las instalaciones.
El problema es que esta demanda está entrelazada con una crisis hídrica global. La World Wildlife Federation advierte que para el próximo año, el 66% de la población mundial podría enfrentar escasez de agua. En este contexto, el uso intensivo de agua por parte de la infraestructura digital se convierte en una amenaza silenciosa pero creciente.
El dilema ético y ambiental de la IA
La rápida adopción de inteligencia artificial está dejando atrás el debate ambiental. Gartner estima que el 90% de las empresas utilizarán IA en 2026, lo que significa más centros de datos y, por ende, una mayor presión sobre los recursos hídricos.
Esta realidad exige un replanteamiento urgente sobre la sostenibilidad de la IA. “Estamos avanzando tecnológicamente sin calcular el costo ambiental. El agua es limitada, y la IA no puede desarrollarse a costa del recurso más vital para la vida”, advierten analistas ambientales.
Soluciones sostenibles: la apuesta por la reutilización del agua
Ante esta amenaza, empresas como Veolia Water Technologies & Solutions han comenzado a ofrecer alternativas. Su iniciativa GreenUp, basada en el uso de IA para la gestión ambiental, ya está ayudando a grandes instalaciones a reciclar, monitorear y reducir el consumo de agua.
Un ejemplo es un centro de datos en Illinois, que logró ahorrar 12 millones de galones de agua al año tras implementar tecnología de Veolia que optimiza el pH y reduce las purgas en sus torres de enfriamiento. En Virginia, otro centro eliminó por completo sus costosos sistemas de ablandamiento de agua, logrando un ahorro anual de 114,000 dólares.
Además, la herramienta Hubgrade Water Footprint de Veolia permite a los centros de datos visualizar en tiempo real su consumo hídrico y energético, y ajustar sus operaciones para reducir su huella ambiental. En pruebas iniciales, esta solución logró reducir más de 20,000 kilogramos de emisiones de CO₂ en una sola instalación.
Un futuro digital con límites planetarios
El uso de IA seguirá creciendo, pero la sostenibilidad ya no puede ser una opción, sino una obligación. Las empresas tecnológicas deben priorizar la eficiencia hídrica, la reutilización del agua y el desarrollo de nuevas formas de enfriamiento, si desean mantener la expansión digital sin agravar la crisis ecológica global.
El desafío es claro: ¿podrá la inteligencia artificial ser verdaderamente inteligente si agota uno de los recursos más esenciales del planeta?
La Gaceta Yucatán—Redacción.