- La salida de Iberdrola, una de las mayores multinacionales energéticas en el mundo, ha encendido las alarmas sobre el clima de inversión extranjera en México.
Aunque la presidenta Claudia Sheinbaum minimizó el impacto y descartó que se deba a falta de certeza jurídica, el mensaje entrelíneas es preocupante: una firma de esta magnitud busca mercados “con mayor seguridad jurídica” para garantizar sus inversiones.
Durante su conferencia matutina en Palacio Nacional, Sheinbaum aseguró que no hay motivo para preocuparse y que existen otras empresas dispuestas a invertir en generación de energía. “No tendría por qué haber problema. Las reglas están claras”, afirmó. No obstante, la declaración contrasta con la versión publicada por el medio español El Confidencial, que reporta que Iberdrola ha contratado a Barclays para vender 15 plantas en México —por un estimado de 85 mil millones de pesos— y salir definitivamente del país.
El reporte señala que la decisión obedece a un entorno regulatorio desfavorable y a la falta de garantías para inversiones a largo plazo. La eléctrica española ya había traspasado parte de sus activos a México el año pasado y ahora estaría abandonando el 45% restante de su negocio, incluyendo principalmente plantas de energías renovables.
La mandataria mexicana insistió en que no se contempla la compra de dichas plantas por parte del gobierno federal. “Hoy existe un 54% de generación eléctrica pública y tenemos un programa ambicioso de nuevas plantas. No se ha planteado ninguna compra por el momento”, explicó.
¿Un síntoma de fuga de capital?
La salida de Iberdrola no es un caso aislado: se suma a una creciente preocupación entre inversionistas nacionales e internacionales que cuestionan las condiciones actuales para operar en México bajo la administración de la 4T. A pesar de las afirmaciones de Sheinbaum sobre reglas claras, el entorno político y las reformas en materia energética han generado incertidumbre.
La presidenta pidió a las sociedades de autoabasto “ponerse en regla”, lo que también ha sido interpretado por expertos como un mensaje de presión hacia el sector privado. Mientras tanto, los inversionistas observan con cautela un mercado cada vez más restringido por políticas centralizadas y nacionalistas.

La salida de un jugador clave como Iberdrola, en este contexto, no solo representa un golpe al sector energético, sino también un síntoma claro de una tendencia preocupante: la fuga de inversión extranjera directa en medio de un clima percibido como hostil para el capital privado.
La gaceta Yucatán—Redacción.